Revisando qué había pasado en el maravilloso mundo de la moda esta semana que nos dejó me encontré con la agradabilísima sorpresa del show de Emanuel Ungaro en Parc-André Citröen en la apacible París de octubre… No sabría explicarles bien por qué pero Ungaro siempre fue uno de mis favoritos y con mucho pesar estuve siguiendo todos estos años los avatares de la casa basados en desafortunadas elecciones de dirección artística desde que el diseñador decidió retirarse en 2004. A partir de ese momento, la marca fue un caos in crescendo hasta que, cuando nadie pensaba que podía ser peor, al CEO de la firma Mounir Moufarrige decidió contratar a la mismísima Lindsay Lohan como asesora artística para “revitalizar” la casa en la colección de octubre del 2009…. (Sí, lean de nuevo la última frase….se trata de la barbarie absoluta). Como resultado de esta decisión, Esteban Cortazar, un talentoso diseñador que estaba a cargo pero al que no le habían dado el espacio y el impulso que merecía, dejó la marca y así con otros creativos de otros sectores. La diseñadora a la que Lohan asistiría fue Estrella Archs y, juntas, la dupla Archs/Lohan se conformó y llegaron a ser consideradas como el 11 setiembre del mundo de la moda… Y bueno…no sigo más porque es como revolver un cuchillo en mis entrañas… Y entrañable era el recuerdo de las magníficas colecciones de Ungaro cuando el maestro hacía gala de un ojo exquisito para las combinaciones cromáticas –Ungaro fue un gran colorista- y además demostraba que provenía de dos tradiciones solidísimas en el oficio de la costura ya que se había formado con Cristóbal Balenciaga y había aplicado sus técnicas de corte en la casa de André Courrèges. En suma, Ungaro era tradición, innovación y color….todo eso junto y sus colecciones eran espléndidas… Con ese pasado en mente de repente me encuentro con las fotos de la nueva colección del nuevo director artístico Giles Deacon que venía de una seguidilla de premios y de un gran éxito en las semanas de la moda de Londres. Me pongo de pie y aplaudo. Deacon supo recapturar ese espíritu de la casa tan añorado por mí (y por el mundo de la moda por supuesto). La colección tuvo todas las marcas de la casa sin dejar de ser absolutamente moderna en el planteo de diseño: colores fascinantes con predominio de los pasteles pero con toques exaltados de la máxima saturación, variedad de siluetas, telas de extrema calidad y texturas diversas…todo bordado y adornado con el mejor de los gustos. El show fue sumamente original pues las modelos circulaban en un cóctel en el que público y prensa podían conversar con ellas y acercarse a los modelos, tocarlos y fotografiarlos… et voilá! el nombre de Deacon quedó estampado en los cielos de París….esta noche me iré a dormir muy tranquilo…sabiendo que Maison Ungaro está, por ahora, en buenas manos.