Queridos amigos, luego de un tiempo de ausencia -pues Monsieur Mercure Galant tiene que descansar también y así poder tener la mente clara y seleccionar las mejores maravillas del mundo de la moda para ustedes-, he vuelto. Les traigo lo que a me parece uno de los acontecimientos del año. El Metropolitan Museum of Art de New York acaba de inaugurar un sorprendente diálogo virtual entre dos íconos de la moda: las piezas faro de la gran Elsa Schiaparelli responden al universo contemporáneo de otra grande, Miuccia Prada.
Mejor que un desfile, el Met de New York –uno de los grandes grandes museos del mundo- pone en escena una colección imaginaria y elige a estas dos mujeres tremendamente creativas para volar, como en un águila de dos cabezas, por los cielos de la grandeza: Elsa Schiaparelli (muerta en 1973) y Miuccia Prada (62). Este happening se llama, juiciosamente en inglés, Impossible Conversations. El planeta Moda entra en fricción y, desde ya, la polémica se hace presente, pues Prada había declarado a propósito de Schiaparelli (en el Women’s Wear Daily): « No hay comparación posible entre nosotras. Esta exposición es muy formal. De hecho, Elsa Schiaparelli y yo estamos en dos esferas completamente opuestas.»
Pero en el Met fueron astutos y se cuidaron bien anticipadamente con el título: entre estas dos mujeres de leyenda el diálogo es muy sesgado.
Veamos algunas de las razones evidentes de este hiatus….una de ellas vive, la otra no. Schiaparelli no detestaba el lujo, Prada, por el contrario, fustiga este concepto que expresa, según ella “la banalidad burguesa y la falta de cultura”. Y sin embargo, esta línea que une a la diseñadora estrella de los años 30 con la actual, tiene sentido. Si estudiamos bien sus recorridos, Elsa y Muccia, de haberse conocido, hubiesen tenido dos o tres cositas para decirse. Por lo pronto las dos tienen sangre italiana, Schiaparelli nació en Roma en 1890 y Prada en Milán en 1949. Italia es a la moda lo que la crema a las frutillas. Pero Elsa se va hacia París donde, desde 1922, crea una línea de sportswear antes de instalarse en un “hotel particulier” de la Place Vendôme para desplegar su costura-espectáculo, exaltar el rosa shocking, yuxtaponer telas color naranja sangre y verde limón. Creadora fulgurante, barroca, aristócrata excéntrica…se burlaba de los códigos y de las buenas costumbres.
Miuccia por el contrario, se quedó en Milán donde su familia poseía una marroquinería desde 1913. Las dos fueron extranjeras para el mundo de vestimenta y nada las predestinaba a esta carrera. Elsa, rica, casada con el conde Wilhelm de Wendt de Kerlor, aurait pu se contenter de son titre et de sa fortune : elle ne sait ni coudre ni assembler des tissus sur un mannequin.
En cuanto a Miuccia, intelectual cercana al partido comunista, diplomada en ciencias políticas, se inclinó hacia la moda sin ningún bagage y siempre repitió que nunca había leído nada sobre el tema….¿Su formación de dónde provino entonces? Uniformes comprados en el mercado de pulgas…re-cortarlos, y una colección de modelos vintage que eran su propio guardarropa. Cuando aparecieron sus primeras ropas las mujeres sucumbieron ante esta nueva seducción.
Schiaparelli obtuvo el mismo gran reconocimiento en el período de entre guerras. Sus clientas –entre las que se contaban Marlene Dietrich, Ava Gardner, Arletty- se drapeaban en sus capas futuristas, sus vestidos Squelette u Homard, sus telas impresas con recortes de prensa y sus tailleurs con botones candado…. El mismo fervor fue para Miuccia Prada que viste a las estrellas contemporáneas –Nicole Kidman, Charlize Theron, Scarlett Johansson) con sedas marfil o magenta de caídas estrictas y espectaculares y siluetas arty-glam.
Por el lado financiero, la dilettante Elsa llevó adelante pacientemente una casa de costura dotada de 800 obrer@s... Y la “austera” Miuccia hoy está a la cabeza de un imperio que de millones de euros… Eso no es todo, estas dos italianas supieron distinguirse en un universo profesional muy masculino y ambas desarrollaron gran afecto por los accesorios lúdicos. Schiaparelli y sus sombreros Côtelletes d’Agneau, Prada y sus bolsos de compras cubistas y un sinnúmero más de objetos…. La última comparación fundamental es de orden artístico. Elsa Schiaparelli frecuentó un jet set donde estaban los artistas Leonor Fini, Christian Bérard o Raoul Dufy y hacía dibujar sus modelos por la crema de los surrealistas. Salvador Dalí, Jean Cocteau y Alberto Giacometti no sólo eran sus amigos sino que también ponían sus firmas sobre las creaciones de Elsa. Miuccia, por su la lado piensa constantemente en los lazos entre arquitectura y arte. Promueve artistas/arquitectos como Carsten Höller, Rem Koolhaas, al plástico Franceso Vezzoli o al cineasta Alejandro Gonzáles Iñárritu. ¿Acuerdos y desacuerdos? El Met tiene razón sobre un punto: si la moda se define como una pasarela entre todas las disciplinas artísticas, Elsa Schiaparelli y Miuccia Prada ilustran a la perfección esta delicada metáfora a través de los años…