Maria Lazo
Después de transitar y experimentar por más de 20 años el diseño y sus diferentes formas de ser aplicado en el mundo concreto, María lleva su visión al plano de la indumentaria. Y en el año 2015 el garage de una casa en Florida se transforma en una boutique de ropa.
En el fondo, entre plantas y baldosas, descansan los baldes cargados de tinturas. Algunas prendas esperan ser teñidas a mano de forma individual, por única vez. Entre ideas, moldes y muestras un nuevo coleccionable se está gestando.
De repente todo se detiene y el tiempo queda suspendido, María está atendiendo a unas clientas en la boutique.
Espontáneamente y a lo lejos la risa estalla. Las clientas y María se están riendo de forma liberadora.
Lo primero que me viene a la cabeza es: el diseño embriaga.
Los coleccionables nacen de inspiraciones que pueden venir de un poema, una canción, una época o una película. Una colección tiene olor, sabor y vida más allá de sus cualidades táctil y visual.El contacto que produce el material con la piel y el efecto que genera en la persona que lo viste está íntimamente ligado al cómo fue concebida y creada la prenda.
A María le gusta decir que hace prendas coleccionables.
Que las prendas son para vestir, guardar y volver a vestir.
Que perduran y mejoran con el tiempo.
Que están hechas para pasar entre generaciones.
Que en invierno se superponen y en verano se quitan.
Su visión es la de una mujer caminando por la vida vistiendo una prenda de ropa sin conexión con el tiempo.
Sintiéndose cómoda, bella, femenina, original, elegante y única.
María vuelve de la boutique, terminó de atender a las clientas. Se ve estimulada, feliz, llena de ideas.
Enciende la llama donde se calentará la tintura y como si nada dice:
“Cuando la mujer se encuentra con una prenda de la colección son como dos estrellas en el universo que conectan.
Siento que mi tarea está cumplida”.